-Aprovechar didácticamente los diversos materiales que ofrece el medio, integrándolos de manera oportuna en las diversas áreas de enseñanza. El maestro ha de seleccionar los materiales que ofrece la televisión y según sus características adaptarlos a las distintas áreas, ya que no la televisión no se pone en clase por el mero hecho de verla sin más y tener a los alumnos entretenidos.
-Aprovechar el enriquecimiento que supone el acceso, mediante imágenes televisivas, a todas aquellas experiencias y conocimientos a los que el sujeto nunca podría tener acceso de forma directa. El maestro puede detener la imagen televisiva y explicar detalladamente a los alumnos cuales son los propósitos de determinadas emisiones.
-Conocer el lenguaje y los códigos utilizados en el mundo de la televisión, para así poder ejercer una crítica sobre lo que ve y así superar los intentos de persuasión y manipulación. Para esto, el docente tiene la posibilidad de explicar el lenguaje y los códigos televisivos de forma práctica a la vez que los alumnos visualizan la televisión y evidenciando como nos persuaden los medios y de que forma tratan de hacerlo.
-Cuestionar la televisión desde la realidad. Según lo que se emite en televisión, el maestro puede proponer la investigación de determinado tema a los alumnos para ver si realmente la televisión contrasta con la realidad o por el contrario nos la distorsiona.
-Cuestionar la realidad desde la televisión. El maestro puede aplicar el mismo proceso anterior pero a la inversa.
-Ser capaz de analizar un anuncio de televisión, viendo las partes y elementos que lo componen. Para ello el maestro puede poner un anuncio en clase, aunque previamente haya analizado uno él junto con los alumnos, para enseñarles un ejemplo ya realizado.
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